Jugadores empedernidos, los zurcaráks no dudan en poner su vida en peligro por simple amor al riesgo. Y al contrario de lo que se suele decir, no siempre caen de pie... Pero no pasa nada: ¡la adrenalina que les procura el juego es mucho más fuerte! Entonces qué, ¿te atreves a desafiar al lindo gatito?